Os proponemos un juego: pensad en una marca de refrescos, en la más conocida en el mundo…¿tenéis la imagen de su logotipo en la cabeza? bien. Ahora, sustituir las palabras que dan nombre a esa marca manteniendo su tipografía original…¿seguiríais sabiendo que es a esa marca a la que se hace referencia si la encontráis en cualquier otro contexto que no sea una lata o botella de refrescos, verdad?. Y qué nos decís de ese toro que se recorta en el horizonte cuando viajamos por la carretera…¿necesita decirnos a qué marca representa? en absoluto; incluso ha llegado a ser uno de los iconos más reconocibles y representativos de nuestro país.
Los ejemplos expuestos hacen referencia a dos casos de un éxito extremo en cuando a branding o identidad visual que se ha construido durante muchos años de trabajo e inversión, pero no debemos infravalorar la importancia que tiene la realización de la imagen visual de nuestra marca a la hora de comenzar la andadura empresarial. Al final y al cabo, el primer contacto que un potencial cliente tiene con nuestro negocio es en la mayoría de las ocasiones nuestro logotipo. Si se suele decir que la cara es el espejo del alma, el logotipo bien podría serlo de nuestra empresa, con la ventaja de que, a diferencia de lo que ocurre con nuestro rostro, podemos elegir. Sería inteligente aprovechar esta ventaja.
Para que nuestro logotipo transmita lo que nosotros queremos decir de nuestra empresa, en lo primero que tenemos que pensar es en el naming o nombre de nuestra empresa, en el caso de poder decidir cual va a ser este (podemos encontrarnos con la necesidad de crear un nuevo logotipo pero manteniendo nuestra denominación original). En este apartado hay que ser escrupulosos con aspectos tales como el ingenio, el sector al que nos dedicamos, la memorabilidad del nombre, etc.
Una vez decidido el nombre o qué, tenemos que dedicarnos a pensar el cómo: al igual que en la comunicación oral, podemos dirigirnos a alguien pegando voces o susurrando, de manera vanidosa o sencilla, con un tono dulce o con aspereza…todas estas cualidades tienen su directa representación visual, y será ese cómo (determinado por factores como nuestro público objetivo, nuestra competencia, la naturaleza de la propia empresa…) el que refleje una u otra y, aunque parezca mentira, no existen dogmas en este sentido, pues todo dependerá de aquello que queramos decir. Lo que sí debemos asegurar son aspectos técnicos como la óptima legibilidad a cualquier tamaño o la correcta reproducción mediante cualquier técnica o soporte.
Huelga decir que para la realización de este trabajo ha de optarse siempre por profesionales, pues aunque «nuestro sobrino» tenga relativo manejo de algunos programas de ordenador, no sólo es necesario un brazo ejecutor, sino que la experiencia y los conocimientos (artísticos, gráficos, técnicos, comunicacionales…) son indispensables para que nuestro objetivo de resultar reconocibles, pregnantes, y obtener una identidad visual acorde a quienes somos y a lo que queremos transmitir llegue a buen puerto.